miércoles, 17 de agosto de 2011

LA BELLA DEGOLLADA

La belleza tiende a ocultar a lo demás, incluso a la esencia del que la porta, se convierte en un impermeable verde que no deja pasar la mirada del científico que a toda cuesta quiere mirar adentro. Bueno, esa vez que estábamos en ácidos te quise explicar eso. Los dos mirábamos al sol y en un momento coincidimos, ambos pensamos en su vulgaridad, como Nerón, que desde esa espectacularidad mandó a quemar a toda Roma. Luego más tarde jugamos a ser pintores, yo era alguien parecido a Picasso, y vos un romántico francés, esos de la Belle Époque, como Lautrec. Ahora que estoy con él se siente raro, ¿sabes?. Alguna vez deberíamos de ir a Roma. ¡¿Señorita me acompaña a Roma?!. Sin aliento. Y a vos que no te gusta Godard. Yo ya te dije, él es el colchón de todo lo que ahora ves. Los libros entonces quedaron sobre la mesa, el piano a lo lejos sonaba apagado, trémulo, como el llanto de las hermanas Alba. -Qué hermoso que sos- dijiste. Es el alma y las escaleras por donde Nina baja.