jueves, 8 de noviembre de 2012


Ya no tendré que contar una vez más la forma en la que nos conocimos,
ni de tu campera marrón,
ni mi piloto azul principito,
ni que tenías las manos llenas de pintura
y que al día siguiente ya le habías hablado a tu psicologa de mi.
Menos mal ya no tengo que cerrar los ojos apenas los abría para imaginarte al lado mio cada mañana cuando no lo estabas,
ni extrañar las ganas de gritar sideralmente cada vez que estabamos juntos
vos y yo.
Que tu pelo,
que tu olor a chivo,
que tu inteligencia,
que los pelos de tu pierna,
que tu espalda como espaldar para mis siestas,
que tus pestañas como toldos rayados de celeste y blanco en mar del plata.
Del viaje a mar del plata que me prometiste mientras pintábamos tu casa,
las pastas con tuco que no comimos,
tu cobardía,
mi locura, que era locura de amor y através de ello vivía.
Todas esas historias que nos construimos,
Como cuando nos prometimos amor en la plaza
Y la boca seca de tanto fumar
como cuando en la cama me hablaste de Roma y yo en mi ventana de la calle Armenia la pude ver. 
Lo bueno es que ya no voy a tener que ocultarle a mis amigos que te extraño,
que te pienso,
que lloro,
porque esos días son viejos, bondadosos y agradecidos,
como las olas de la tarde que llegan cansadas a tocar la arena de la playa de tu casa en mar del plata del viaje que me prometiste y que nunca hicimos.
Menos mal que ya no te voy a odiar por no usar la remerita linda los días que nos veíamos, porque a diferencia de las otras, ésta dejaba ver un poco más de tu antebrazo y cuando alzabas los brazos un poco del elástico de tu boxer. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario