Ten paciencia, me dijo un perro alguna vez, y sin entender miré al canario y luego huí. Ahora bien, tengo paciencia y extraño el no tenerla, el buscar interminado, el besar de aquel pájaro, son solo dos, contó con sus dedos, son solo dos, murmuró, y juntos no hacen uno, no hacen el amor.
Sonidos sin pretextos, solo sonidos tan graves como vos, y el ajo entre los dedos y las uñas que no tengo, recuerdan el sexo y el cuchillo con que se corto.
¿Basta ser lo suficientemente hombre para encontrar al hombre? No sé.
Piernas delgadas entrecruzadas, amanerado y corredores amarillos de cielo morado retumban su nombre de burlas y colegiales desvastados.
Creer, pensar, ser superficial y afeminado. Sostenme, ven ya y sostenme.
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